Revista “La Villa” Nº 32 – agosto  2007

EUTIQUIO SANZ DEL SER
“FÉLIZ CENTENARIO”

Ángel Fraile de Pablo

La llamada “Esperanza de Vida”, que es el promedio de años que una persona puede vivir, dependiendo de su año de nacimiento, ha evolucionado durante los últimos 100 años, a unos niveles inimaginables por entonces. Actualmente se sitúa en nuestro país en torno a los 75 años, siendo una de las más altas de Europa.

No resulta extraño en la actualidad, encontrar alguna persona que acaba de cumplir el siglo de vida, y que hace solamente 40 años era casi imposible. El avance de la medicina, acompañado del nivel de vida, las condiciones higiénicas de nuestros pueblos y ciudades, los controles y la conservación de los alimentos, etc., han hecho que esta favorable evolución de la esperanza de vida haya sido considerable en pocos años. Un buen ejemplo de todo esto lo comprobamos en Eutiquio, que en este mes de agosto ha cumplido el centenario. 

Eutiquio, nace en Vallelado el 14 de agosto de 1907. Sus padres fueron Demetrio y Quintiliana, siendo el primogénito de 8 hermanos. Eran años difíciles, aquellos de principios del siglo XX. El alcalde de Vallelado era D. Juan de la Calle Alarcia; todavía no había llegado a Vallelado la luz eléctrica. Nuestros abuelos se valían de velas y candiles para alumbrarse cuando llegaba la noche. El sustento de las familias se basaba casi exclusivamente en la cosecha de los productos del campo que pudieran recogerse en la temporada, si está era favorable. Una mala cosecha significaba hambre y necesidad para toda la familia, viéndose afectados en mayor medida los niños y los ancianos.

Tenía Eutiquio tan solo 7 años, cuando ya conoció el triste año de 1914, no porque acabara de comenzar la Primera Guerra Mundial, que a su edad y viviendo en Vallelado, le traía al fresco, además de que España gracias a nuestro Rey Alfonso XIII, se mantuvo al margen de la contienda, sino porque en dicho año se perdió la mayor parte de la cosecha de cereales y de vino. Un año más tarde en 1915 se cae la torre de la iglesia de Vallelado, sin producirse ninguna desgracia personal. Con solo 7 u 8 años Eutiquio tuvo que abandonar la escuela para ponerse a trabajar con su padre y hermanos. Sus primeros trabajos fueron colaborando en desescombrar y adecentar dicha parte de la iglesia, porque la nueva torre no se levantó hasta pasados varios años. Una de las campanas que cayó al suelo estuvo colocada en un caballete en la propia plaza, llamando la atención de propios y forasteros haciéndose popular una frase que decía: “Al pasar por Vallelado, que desconsuelo, la torre hundida y la campana en el suelo”.

Pocos años después, en 1918, la pandemia de gripe que afectó a millones de personas en todo el mundo, originó en Vallelado la muerte de 49 personas, de los cuales 18 eran niños; en menos de mes y medio fallecieron 34 personas. Para hacernos una pequeña idea de la magnitud de dicha epidemia, diremos que Vallelado por entonces contaba con unos 875 habitantes y que en un mismo día llegaron a fallecer varias personas El miedo y la desesperación dejaron una profunda huella por estas muertes en cadena y sin saber que hacer ante tanta muerte. Pensemos por un momento el difícil trabajo de D. Emiliano Agudo, que llegó en dicho año a Vallelado para hacerse cargo del pueblo como médico titular, recién acabada su carrera de medicina y que tuvo que enfrentarse a un gran número de enfermos y moribundos. Mal comienzo para el recién llegado

Ese mismo año a finales de agosto de 1918, llega a Vallelado la luz eléctrica o la “fuerza” como entonces se decía. Esta fuerza era producida en el molino de Minguela propiedad de Mariano Fraile Gómez, que había transformado el antiguo molino harinero en una moderna fábrica que producía electricidad, y que supuso un gran adelanto, en aquellos años; quizás sea adelanto más importante del siglo XX.

Pocas eran las diversiones que en sus años jóvenes disfrutaban en Vallelado Eutiquio y toda la juventud. Los domingos y festivos, una de los entretenimientos era el juego de la pelota. Esta afición se practicaba tanto en las paredes de la iglesia que hacían de improvisado frontón, como en los trinquetes privados, uno de ellos situado en la calle Real, y que era propiedad de sus padres. Todavía la gente más mayor sigue llamando a la parte de la iglesia que mira al mediodía como “el juego de pelota”, aludiendo a esta antigua costumbre, que llegó a causar numerosos problemas y litigios entre los jóvenes y el Sr. cura.

Desde muy pequeño, como ya hemos dicho antes, y como entonces era costumbre, o más bien necesidad, Eutiquio empezó a trabajar de albañil con su padre, haciendo trabajos en Vallelado, y en los pueblos de alrededor, aprendiendo bien el oficio, y del que en Vallelado quedan numerosas muestras de su buen hacer. Podemos observar la variedad de decoraciones que gustaba realizar en las casas que construía. 

Reinaba en España en 1907 el joven rey Alfonso XIII, que tuvo que abandonar España cuando se instauró la República, que condujo en el año 1936 al estallido de la Guerra Civil que tantas inútiles muertes causó, dividiendo a los españoles en dos bandos. Aunque en Vallelado no se produjeron combates directos, ni asesinatos, sus efectos se notaron durante y después de acabada la contienda. De los mozos de Vallelado que tuvieron que participar en dicha guerra, 6 de ellos fallecieron en el bien en el frente, o por motivos relacionados con dicha guerra. 

En el mismo año del levantamiento militar Eutiquio contrae matrimonio con Mercedes Cúellar naciendo de este matrimonio 6 hijos.

En los años 40 del siglo XX, Vallelado llegó a acercarse a los 1180 habitantes, en una época de recuperación económica, una vez pasada la crisis que se produjo tras la Guerra Civil. En 1945 una desgracia más vino a sumarse a las anteriores. Una gran helada destruyó todos los campos con sus cosechas, siendo un año muy difícil que todavía recuerdan muchos de los vivientes y que todos conocen como “el año de la helada”.

Superados los años de la posguerra, se produce en los años 60 y 70 a un gran auge industrial en las ciudades necesitándose mucha mano de obra que lleva a muchas personas a salir de los pueblos, e instalarse en la ciudad. Numerosos jóvenes de Vallelado, salieron a Madrid, Barcelona, Valladolid, País Vasco y otras ciudades industriales a buscarse un futuro. A partir de estos años se nota un lento aunque progresivo declive en cuanto al número de habitantes. En 1987 el servicio telefónico que funcionaba con una centralita manual desde su inauguración en el año 1952, y que estuvo atendido durante muchos años por Valeriana Pascual, se convierte en un servicio mas moderno y automático más acorde con los tiempos.

En el año 1992 se dan por finalizadas las obras de la concentración parcelaria del término, una obra que había comenzado hace años y que era muy necesaria, por estar el término dividido en una gran cantidad de pequeñas parcelas, y donde se requería una concentración de las mismas.

Un año después el ayuntamiento crea en la Vega, un polígono industrial para la ubicación de pequeñas empresas, que lo estaban pidiendo, y necesitando, y comienzan a instalarse empresas como Acompor, Talleres Govi, Metálicas Ortega a las que han seguido muchas más con el paso de los años, empresas tanto de Vallelado como venidas de otros lugares, y que a día de hoy este polígono, ya se ha quedado pequeño, pensándose ya en su ampliación.

Todos estos y muchos acontecimientos más de la vida de Vallelado son los que Eutiquio ha vivido en sus 100 años de vida en dos siglos muy diferentes; ha conocido variados gobiernos con distintos colores en España, como también guerras, epidemias y calamidades, pero a todas ellas ha sabido adaptarse con una salud de hierro, pues no ha sufrido intervención quirúrgica alguna y ha conocido a los médicos casi como mero espectador y no como cliente .

En el año 1993 fallece Mercedes, su esposa, y desde entonces vive con su hija Milagros, y cada año celebra con todos sus hijos y un montón de nietos y biznietos, (actualmente tiene 13 nietos y 16 biznietos, el más pequeño nacido hace muy pocos días.) con gran alegría, y con una memoria y lucidez mental envidiables.

“Eutiquio” es un nombre de origen griego que significa “afortunado”. San Eutiquio fue discípulo de San Juan Bautista y vivió durante el siglo II. Desde luego que si que ha hecho honor a su nombre, al menos en el número de años vividos. Gustaban en aquellos años, sus padres, de poner a sus hijos nombres no muy comunes y que localizaban en un viejo santoral. Estos son los nombres de sus hermanos: Virgilio, Leonisa, Benicia, Flotilda, Austregísilo, Filadelfo y Tiziana.

De los numerosos trabajos que realizó como albañil, durante su larga vida laboral, tenemos claros y vistosos ejemplos en Vallelado, pues daba a cada vivienda que construía, un toque particular, decorando las fachadas con figuras geométricas y dibujos vistosos y que se mantienen algunos de ellos casi intactos, de los que reproducimos aquí algunas muestras.

No nos queda más que felicitar y dar nuestra enhorabuena, a Eutiquio, y a toda su familia, por haber cumplido un siglo de vida, de una vida muy trabajada y fructífera. Para que luego digan que el trabajo envejece, y mata. Claro que envejece, y mucho, como lo apreciamos en Eutiquio, pero una sana vejez a la que muchos desearíamos llegar. 


Vallelado, agosto de 2007

Con cariño para mi amigo Eutiquio al cumplir 100 años de vida


Bienvenidos a Vallelado (Segovia)


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