Revista “La Villa” Nº 8 - Junio 2000

"EMBADAJAR CENCERRAS"
ARTE Y MAESTRÍA DE PASTORES

    Con demasiada pasividad, echamos en el olvido, ciertas costumbres que los nuevos tiempos van enterrando, sin llegar a valorar, la importancia que tenían para aquellas gentes que vivieron épocas todavía recientes en el tiempo.
    Los pastores pasaban jornadas enteras en la más absoluta soledad, acompañados únicamente del sonido de cencerros y los validos de las ovejas, alejándose por cañadas y peoneras. En las largas jornadas, y mientras lás ovejas pastaban, con una simple navaja, labraban los badajos de los numerosos cencerros, bien de madera o de hueso, y que servían para que el rebaño no se dispersara.
    Según nos cuenta Marcelino Fraile, nacido en Fuente de Santa Cruz, donde pasó muchos años trabajando de pastor, y que actualmente vive en Vallelado, los materiales utilizados para hacer los badajos, tienen que ser duros para que el sohido de las cencerras sea limpio; El hueso utilizado solía ser de pata .de choto o ternero, labrándolo si es posible en fresco para que sea más manejable. También se utilizaba la madera, sobre todo de encina por ser muy dura, pero la que tenía una dureza suprema era el "rechizo" o raiz de la retama, más duro aún que la
encina.

wpe1.jpg (56696 bytes)


    La tarea primera era tomar la medida adecuada dependiendo si el cencerro era más o menos grande, debiendo sobresalir el badajo unos dos o tres centímetros. En los cencerros grandes y apucherados era conveniente que fuera de madera para lograr un sonido más grave.
    Si paciencia y maestría eran fundamentales para labrar la pieza, no menos importante era colocar el badajo; este se unía a la anilla situada en el interior de la cencerra por una cinta de cuero a la cual se le hacía una muesca, introduciéndose dentro del cencerro, quedando aseguradas ambas piezas.
No todas las ovejas de un rebaño llevaban cencerra; dependía mucho del gus~ e interés de cada pastor, pero era de suma importancia que el sonido .de las mismas fuese limpio y por ello competían a veces los distintos pastores; ni que decir tiene que la calidad y vistosidad de badajos y cencerros era un signo de distinción, que procuraban destacar los distintos amos.
Aunque la cabaña ganadera ha disminuido mucho en los últimos años, todavía se siguen fabricando cencerros, pero naturalmente el hueso se ha desechado dando paso a los badajos de madera hechos de manera industrial, desechándose los materiales que tradicionalmente se venían empleando.
    Aún hoy en día, Marcelino sigue recibiendo las visitas de los pastores de la comarca, que vienen a que les embadaje las cencerras de forma artesanal, como se hacía hace años, y que ellos mismos se resisten a que se pierda este bonito arte.
    Es por ello que es una gran suerte que personas como Marcelino nos muestren un oficio, ya desaparecido, pero que gracias a él hemos vuelto a revivir.


Bienvenidos a Vallelado (Segovia)


Dynamiza.com - diseño de páginas web. Alta, promoción y posicionamiento en buscadores. Internet