Revista “La Villa” Nº 31 – Abril  2007

MARIO Y ABILIA, TODA UNA VIDA ...   
Ángel Fraile de Pablo

En un mundo tan cambiante en el que nos toca vivir, a un ritmo frenético, y donde antes de asimilar un cambio, vemos que ya estamos en el siguiente, sin que apenas nos hayamos dado cuenta del anterior, se agradece observar que todavía hay lugar para la añoranza de aquella forma de vivir de no hace tantos años, de nuestros padres y abuelos, donde la vida discurría a un ritmo normal, sin sobresaltos. El tiempo pasaba lentamente sin estar pendiente del reloj, que en aquellos tiempos casi ni existía, seguramente porque no era necesario. Las cosas cambiaban a un ritmo lento, había tiempo para charlar con los vecinos, contando las preocupaciones de cada uno y echando una mano unos a otros cuando era necesario, compartiendo trabajo, diversión y también los malos momentos.

Cuando había algún acontecimiento importante, como podía ser una boda, nacimiento…la alegría se contagiaba y todo el pueblo se ponía en pie para celebrarlo. Las cosas importantes duraban toda la vida. Un buen ejemplo de aquello lo tenemos en el matrimonio formado por Mario y Abilia, que ya han cumplido los 90 años y ahí siguen, y aludiendo a una expresión muy actual, diríamos que con una calidad de vida más que aceptable. Toda una vida… como dice la canción, llevan de matrimonio. Se conocieron, o mejor, se hicieron novios, unos años antes del estallido de la Guerra Civil, en julio de 1936, ya que al ser ambos de Vallelado, se conocían desde muy pequeños, aunque Mario era cuatro años mayor. Aquellos años eran duros, pero también había tiempo para la diversión.
Una de las diversiones, era el baile que se celebraba en el salón de Juanillo, a golpe de manubrio u organillo; en este salón hombres y mujeres se juntaban los días de fiesta, fraguándose muchos futuros matrimonios. El salón de baile se encontraba en la calle de la Fuente, muy cerca de donde las jóvenes iban con sus cántaros a por agua; a veces esta acción era el pretexto perfecto para encontrarse con algún joven del agrado. El agua que salía de la única fuente, y que venía por su propio pie sin ningún tipo de presión, en ciertas épocas escaseaba, podían tirarse horas hasta que llenaban los cántaros, ya que era todo el pueblo el que allí acudía; Alrededor del pilón y de la fuente, charlaban unos y otros y de paso entraban en el baile, guardando las mozas los cántaros una vez llenos, en el portal de alguna casa cercana hasta que finalizara la sesión de baile, cosa que no ocurría a las 3 o las cuatro de la mañana como es costumbre ahora, sino cuando se ponía el sol y empezaba a anochecer, y todo el mundo tenía que retirarse a casa. En más de una ocasión cuando las jóvenes iban a recoger su cántaro, este se encontraba vacío, en el mejor de los casos, o quizás se le había escondido algún chico, pero muchas veces habían abusado de la confianza y los mozos habían llenado los cántaros de boñigas o moñigos (como se dice por aquí) que habían recogido en la calle donde estos abundaban, por lo que tenían que volver a la fuente para llenar de nuevo el cántaro. 

En Julio de 1936, Mario es llamado a filas, teniendo que acudir al frente de batalla, participando en una guerra fraticida que enfrentó en muchas ocasiones a miembros de una misma familia. Esta guerra en la que se vio inmerso durante varios años, marcó a Mario para siempre. Desde el propio frente estos novios se carteaban y contaban sus inquietudes y preocupaciones, esperando que algún día, finalizada la guerra, pudieran formar una familia y olvidar tantas penalidades. 
Por fin en el mes de diciembre del año 39, recién terminada la guerra, deciden casarse; eran tiempos de posguerra, muy difíciles, en los que escaseaba casi de todo, pero que no impidieron que su ilusión se hiciera realidad. El banquete de boda como era costumbre, se celebró en casa de la familia del novio; allí se preparó, con ayuda de la familia, todo lo necesario para este día, actuando como directora de orquesta la cocinera o guisandera, que fue contratada para tal fin. 

Por entones el “Viaje de Novios”, poco tenía que ver con lo que hoy conocemos. Después de la boda se trasladaron a Madrid, en casa de unas amistades, a pasar unos días y así conocer la Capital de España. Llamó la atención del nuevo matrimonio el estado en que se encontraban los edificios, todos marcados y agujereados, testigos de los recientes enfrentamientos. 

Mario y Abilia, forman el matrimonio de más edad de los que actualmente viven en Vallelado, y eso si que puede considerarse como una gracia, en el más amplio sentido de la palabra. Entonces se casaron por la iglesia, como era costumbre general, y el sí que se dieron, hace ya más de 67 años, fue fuerte y con tal convicción, que ahí continúan al pie del cañón y sin desfallecer. Toda una vida….con sus estrecheces y dificultades, pero luchando para salir adelante y criar a sus cuatro hijos. 

Los jóvenes matrimonios no nadaban en la abundancia, como casi nadie en esos años, y por supuesto era excepcional que dispusieran de casa propia, por lo que generalmente el primer año de casados, eran mantenidos por los padres respectivos, y durante el día hacían vida aparte, cada uno en su casa, como antes de casarse; luego, si la familia era pudiente, dispondrían de fondos para un nuevo hogar, cosa bien rara, al menos los primeros años, por lo cual, o bien se iban a vivir algunos años en casa de los padres de alguno, o si la casa de los padres era grande estos partirían las habitaciones para poder colocar a los casados; pasaban muchos años hasta que el matrimonio tenía cierta independencia económica. 
Hoy, los más jóvenes podrán pensar que como podrían llevar a cabo esa vida, pero era la ilusión y ganas de salir adelante las que animaban a estas parejas. No hemos inventado nada y las dificultades que puedan tener hoy en día un joven matrimonio nada tienen que ver con las limitaciones de antes; acaso lo que si que haya cambiado, sean las nuevas costumbres y necesidades que ficticiamente nos impone la sociedad actual, con el pretexto de una falsa felicidad, basada solo en el aspecto económico


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