Revista “La Villa”
Nº – agosto 2008
A ESA RUBIA,
TAN POCO CONOCIDA Y HOY CASI OLVIDADA
Ángel Fraile de Pablo
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La rubia
(Rubia tinctorum), es una planta originaria de Oriente y perteneciente a
la familia de las rubiáceas, de cuya raíz se obtiene un compuesto
llamado “Alizarina” que fue usado como tinte y que daba un bonito color
rojizo. Uniendo este colorante natural con otras sustancias se lograban
diversos tonos que fueron usados en las fábricas de paños de España y de
Europa durante muchos siglos. El advenimiento de los tintes y
colorantes químicos hizo que dejara de cultivarse, y hoy, la Rubia es
una reliquia botánica, que aun podemos observar y disfrutar en nuestros
pueblos. |
Aunque, como hemos dicho, ya no se cultiva desde hace muchos años, por
su baja rentabilidad, todavía la podemos ver en caminos, cunetas, en
huertos y en cercados, ya que sus raíces se extienden año tras año, cual
telaraña, por el terreno que ocupan.
Se la conoce también como granza,
royuela, o rubia de tintes. Para nuestros
mayores es una planta muy conocida, de la cual distinguían la raíz, que
nombraban como rubia, y a la propia planta o tallo que
llamaban raspa, ya que esta parte aérea tiene una serie de
espinas que se adhiere a todo aquello que toca, por eso trepa por
piedras y paredes. La rubia, ya era conocida por fenicios y romanos que
la usaron por su gran valor tintorero. Todas las zonas tradicionales
de España donde se fabricaban paños como, Béjar, Segovia, Cataluña, La
Rioja…utilizaron este colorante natural para teñir sus afamados paños.
Ya hemos dicho que la parte de la rubia
que se utilizaba, era la raíz, de un color entre rojizo y marrón. Para
que la raíz tuviera un colorante de calidad, una vez sembrada había que
esperar al menos año y medio para que fuera lo más gruesa posible, y
así diera buena producción. Estas raíces, eran extraídas a golpe de
azadón, y una vez recogidas se secaban al sol o en hornos, para después
ser pulverizadas en molinos de piedra, llamados *tahonas.
El producto ya molido se envasaba en
sacos para venderlo a las fábricas de paños tanto de Segovia o de otras
zonas de España como de Europa.
Basta con salir al campo y observar en
terrenos incultos, y en cercas de piedra, como crece asiéndose a las
paredes. El fruto de la rubia, consiste en una especie de bayas del
tamaño de la cabeza de un agujón, el cual tiene dos semillas y que
cuando maduran adquieren un color negruzco; dicho fruto hace perpetuar y
extenderse esta especie tan antigua, que nuestros antepasados tenían en
gran estima por su alta rentabilidad económica.
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El cultivo de la
rubia, tuvo su máximo auge entre los siglos XVIII y XIX. Según Eugenio
Larruga, escritor y viajero, a finales del siglo XVIII, en Segovia se
recogían anualmente unas 15.400 arrobas de rubia.
En la zona de Cuéllar
y su comarca era muy común y prácticamente se cultivaba en todos los
pueblos: Mojados tuvo gran renombre en el cultivo de esta planta; quien
no conoce la canción de los 25 pueblecillos, que ha hecho popular el
“Nuevo Mester de Juglaría” y que en una de las estrofas dice…”en
Mojados cavadores, sacan la rubia con brío…” |
A mediados del siglo XIX, había
en Mojados 8 tahonas para moler rubia. También se cultivaba en
Aldealbar, Aldeamayor de San Martín con dos tahonas, Alcazarén, Íscar,
Fresneda, Chañe, Cuéllar. En San Cristóbal de Cuéllar se cultivaba una
rubia de gran calidad, y todavía hoy se puede ver en sus huertas gran
cantidad de esta planta.
En Portillo había 6 tahonas y 2 en La
Pedraja de Portillo que pulverizaban esta raíz.
En Segovia tenemos como
testimonio la “Plaza de la Rubia” y en Valladolid todo un barrio
que lleva el nombre de “La Rubia”, como testimonio de la
importancia y el cultivo de esta planta durante algunos siglos.
Llama la atención que a mitad
del siglo XIX, en Cuéllar, después de la agricultura, y el corte y
aserrado de madera, la pulverización de la rubia fuera la industria más
relevante, por lo que suponemos que habría bastantes tahonas que la
trabajaban y que después una vez envasada era transportada a las
fábricas de paños españolas, y así mismo a los puertos de Santander y
Bilbao para ser exportarla a diversos países de Europa.
Tal era la importancia de esta raíz, en
Cuéllar, que las ordenanzas del año 1499, ya lo citan como un producto
fundamental y bien regulado por estas leyes. Estas ordenanzas
establecieron restricciones para su cultivo, con la intención de que los
cereales, y las viñas no se vieran perjudicados. Cada vecino no podía
sembrar más de una fanega de rubia, castigando a aquellos que
incumplieran esta Ley. Se daba la circunstancia que por ser un cultivo
bastante rentable, en las épocas en que hacía falta mano de obra para
las viñas y los cereales, no se encontraban obreros por estar estos
ocupados en los rubiales, donde ganaban mejores jornales. Esto motivó
que las ordenanzas dispusieran que …. “en adelante el labrador que
cultivara veinte fanegas de pan o más, pudiera sembrar cuatro fanegas de
rubia; cultivando entre diez y veinte fanegas de pan, dos fanegas de
rubia”.
Otra limitación de las ordenanzas era
que en los meses de marzo, abril y mayo, los obreros no pudieran
trabajar en los rubiales, por ser necesarios en las tareas de las viñas
y desde el 1 de julio hasta el 8 de septiembre tampoco, por ser la época
de la siega y recogida de los granos, así como también durante gran
parte de los meses de octubre y noviembre por la necesidad de mano de
obra para la recogida de la uva, producto básico en aquellos años, donde
el vino estaba presente en todas las casas para consumo propio.
El auge de esta planta siguió subiendo,
y en las ordenanzas de 1546, desaparecen las limitaciones para al
siembra de la rubia, y se establecen penas para aquellos que hagan daños
en los rubiales, estableciendo ciertas medidas para evitar el fraude en
la rubia ya molida.
Al igual que todos los productos que se
cultivaban, en los que había que satisfacer el impuesto eclesiástico o
diezmo, en el caso de la Rubia, de cada 20 arrobas, se diezmaban una y
aparte de esto el cura recibía como mejoras, una arroba
de rubia del total que se había diezmado.
Durante parte del siglo XVIII decayó la
industria de esta planta teniendo que importarla de otros países, y fue
a finales del XVIII y durante el siglo XIX cuando renace de nuevo su
cultivo.
En el año 1771, la cofradía de la Cruz
de Vallelado, tenía
un rubial para su beneficio en el que gastó ochenta reales en grana,
huebras y jornales de obreros.
En 1824 había en Vallelado, dos piedras
o tahonas para la molienda la rubia, que pertenecían a Cipriano de
Cuéllar, gran hacendado, por lo todavía sería un producto importante.
Los niños de Vallelado de hace unos
años, llegada la Pascua, sacábamos la raíz de la rubia para que nuestras
madres nos cocieran el huevo de Pascua, que posteriormente rodaríamos
en las eras empedradas. La cáscara del huevo tomaba un atractivo color
que daba el tinte de esta planta y que luego con la rosquilla de palo y
otros dulces, que se hacían en todas las casas, rodaríamos el lunes y
martes de pascua.
La palabra rubia hace referencia al
tinte de color rojizo, aunque hoy asociemos, la palabra rubio a un
color de cabello de color amarillento, más que rojizo.
*Tahona: molino utilizado para moler distintos productos,
como harina, roña, rubia… consistente en dos piedras, una fija en
posición horizontal y otra movible, en la parte superior, esta llamada
volandera, en el que se utilizaba como fuerza, un animal de tiro que
daba vueltas, haciendo girar la piedra de moler, al igual que se hacía
en las norias para extraer agua de los pozos. |