HISTORIA DEL RELOJ DE LA TORRE

DEL AYUNTAMIENTO DE VALLELADO

CON FOTOS COLOR EL RELOJ DEL AYUNTAMIENTO.pdf

Revista "La Villa" Nº 39 – Diciembre 2009

  Ángel Fraile de Pablo

Desde antiguo, el hombre ha tratado de controlar y medir el tiempo, pero en un principio los instrumentos de medida eran muy imprecisos. Uno de estos sistemas consistía en un palo de madera u otro material clavado en el suelo verticalmente, sobre el que el sol proyectaba una sombra que a lo largo del día iba cambiando de posición y girando a su alrededor de la cual se guiaban. Este primitivo reloj o gnomon como se denomina, ya se conocía en Egipto en el año 1500 A. C. Conocemos también del antiguo Egipto los grandes obeliscos tallados finamente en piedra que servían para conocer el momento del día

en que se encontraban dependiendo de la sombra que proyectaban. Como puede comprobarse, esta medida sólo era posible si el sol estaba activo, y además otro de los inconvenientes consistía en que a lo largo del año el sol cambia su posición, al girar la tierra.

El hombre primitivo no disponía de ningún sistema para medir el tiempo, seguramente porque no lo necesitaban, y simplemente se guiarían para sus actividades del día y de la noche.

A lo largo de siglos y siglos el hombre fue tomando más y más interés por dividir el día en distintas partes y así poder medir estas cadencias.

Hasta bien entrado el siglo XX, eran las campanas de las iglesias de los pueblos y ciudades, las que marcaban los momentos importantes a lo largo de los días, ya que los relojes era escasos. Los agricultores que se encontraban trabajando en el campo se guiaban por el sonido de las campanas de su iglesia, cuando daban los toques del ángelus al mediodía y de vísperas por la tarde, marcando la hora de regresar a casa, de ir a comer o de terminar la jornada. En aquellos años los relojes, eran lujosas rarezas destinadas a unos pocos privilegiados.

Fue en el siglo XIV cuando aparecen los primeros relojes de pesas que hacen que funcione su mecanismo. Los relojes de bolsillo surgen en Francia en el siglo XV, con un mecanismo de resorte para que la maquinaria trabaje y a los que había que "dar cuerda" o tensar el resorte cada cierto tiempo para que siguiera funcionando.

Mucho antes que aparecieran los relojes de bolsillo y los grandes relojes de pesas, ya existían algunos relojes en las torres de las iglesias para que todos pudieran orientarse o medir el tiempo. El primer reloj mecánico de torre que se instaló en España, se encontraba en la iglesia de San Miguel de Cuéllar, y está datado a finales del siglo XIV.

D. Modesto Fraile Gómez, industrial nacido en Vallelado, aunque se encontraba viviendo en Cuéllar, decide en el año 1947, regalar un reloj de torre al pueblo de Vallelado, por lo que se pone en contacto con el ayuntamiento y deciden colocarle en la iglesia, en la cara norte de la torre de la antigua iglesia. La obra para su instalación corrió a cargo del vecino Eutiquio Sanz, quien en este año de 2009 ha cumplido los 102 años de edad.

En el mes de mayo de este mismo año se inaugura oficialmente el reloj, una gran novedad, en aquellos años y un adelanto importante para todos sus habitantes. Los gastos de la instalación ascendieron a 4.365 pesetas que sufragó el ayuntamiento, una cantidad considerable. Presidía como alcalde el ayuntamiento, D. Mariano Gómez González. y Vallelado contaba con 1176 habitantes.

En el verano de 1955 se produce un incendio en la iglesia y se quema una pequeña parte, pero este incendio, no afecta a la torre, la cual se encontraba situada al lado contrario de donde la vemos en la actualidad, es decir en la parte del saliente. En el año 1957 después de varias discusiones y polémicas deciden derribar la iglesia en su totalidad y trasladar el reloj al recién construido ayuntamiento, para lo cual se había edificado una torre con dicho fin, decidiendo poner una esfera en cada una de las caras de la torre, para que pudieran verse desde los cuatro puntos cardinales. Una pequeña campana que corona la torre, da las horas mediante un martillo metálico unido a un cable que está en contacto con la maquinaria de dicho artilugio. El importe total de la colocación y de las nuevas esferas fue de 20. 000 Pts., un buen pellizco para aquella época, aunque seguro que las arcas municipales estaban más saneadas que ahora, pues el ayuntamiento ingresaba bastante dinero de la extracción de la resina de los abundantes pinares que posee el municipio. Estos pinares eran la fuente principal para su financiación. La colocación del reloj en su actual ubicación, la realizó Fernando Vives Salamanca, de Valladolid.

Como agradecimiento a este práctico regalo que nos hizo D. Modesto Fraile en 1947, el ayuntamiento decidió dedicarle una plaza con su nombre y cambiar el que esta llevaba hasta entonces. La nueva plaza se llamará Plaza de Modesto Fraile, que hasta aquel momento se conocía como Plaza de los Soportales. El motivo de elegir esta plaza, es por encontrarse allí la casa donde había nacido y vivido D. Modesto y toda su familia.


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